Puede parecer un juego de niños, pero no lo es. Saltar a la comba es uno de los ejercicios más completos que existen. Además, es una actividad que se puede practicar casi en cualquier sitio, con un coste mínimo y con pocas posibilidades de lesionarse. Pero no te confíes, saltar a la cuerda también requiere de su técnica.
Todos lo hemos hecho de niños alguna vez, quizá por eso, lo subestimamos. Pero este ejercicio cada vez tiene más adeptos debido a sus numerosos beneficios y a sus ventajas. Es fácil, barato y la cuerda es ligera de transportar, por lo que podemos practicarlo allá donde vayamos. Saltar a la comba es uno de los ejercicios que se suelen incluir en los entrenamientos interválicos de alta intensidad. Saltar a la comba aumenta las pulsaciones en muy poco tiempo, tonifica los músculos y acelera el metabolismo por lo que el efecto quemagrasa continúa horas después de haber finalizado el entrenamiento. Algunos deportistas lo utilizan para calentar, aunque es un excelente ejercicio aeróbico para adelgazar.
Es también un buen ejercicio para entrenar la coordinación y, a pesar de que parece que las piernas son las que más se benefician de la actividad, el movimiento que se realiza al saltar incide en todo el tren superior compuesto por brazos, abdomen, tronco y pectoral. En cuanto al tren inferior, los gemelos y tobillos son los que más trabajan pero también los cuádriceps participan. Además, esta actividad conlleva menos impacto que correr ya que el salto no recae sobre el talón sino en los dedos y en la mitad del pie.
Aunque pueda parecer fácil, es muy exigente a nivel de coordinación y también necesita depurar la técnica para no lesionarse. Al ser tan exigente, las sesiones deben de ser muy cortas. Series de un minuto como máximo, descansando 30 segundos entre cada una de ellas. Practicando tres veces a la semana, los resultados aparecerán en poco tiempo.