Mantener nuestro organismo para que esté sano y equilibrado. Ese es uno de los puntos más importantes para disfrutar del bienestar y de una buena salud. El cuerpo humano necesita estar en unas condiciones precisas de balance interno y ello se consigue en parte manteniendo el cuerpo alcalino. ¿Cómo conseguirlo?
Para ello, lo primero es conocer qué es el pH. Esta medida es el barómetro que permite medir este grado de equilibrio y que indica si un cuerpo está sano o enfermo, según su grado de acidez o alcalinidad. Algunos estudios han demostrado la importancia de mantener un cuerpo ligeramente alcalino con el objetivo de prevenir enfermedades como las alergias, enfermedades autoinmunes e incluso el cáncer.
En la escala del pH, 14 es totalmente alcalino, 7 es neutro y entre 0 y 6 ácido. No todos los fluidos de nuestro cuerpo tienen el mismo grado de pH para mantener su equilibrio, la sangre siempre debe permanecer en un pH ligeramente alcalino de entre 7,3-7, si no fuese así, las células enfermarían. Por ello nuestro organismo va hacer todo lo posible para mantener este balance.
El tipo de alimentación que seguimos afecta a nuestros niveles de acidificación de la sangre. También hay otros factores que inciden directamente en nuestro nivel de pH perjudicándolo: estrés, sustancias químicas, pensamientos negativos y falta de ejercicio.
Pero la comida no es lo único que incide sobre nuestro organismo. El hecho de comer bien no nos garantiza estar sanos. Se debe tratar la salud desde un punto de vista más global teniendo en cuenta también las emociones y las relaciones personales. La tristeza, el odio, el miedo, los celos, el estrés o el cansancio pueden provocar más acidificación en el organismo que cualquier alimento altamente alcalino.
Las células de nuestro organismo necesitan alimentarse, eliminar residuos y renovarse constantemente. Por ello, la sangre cumple dos funciones vitales:
1. Llevar a las células el oxígeno y los nutrientes necesarios.
2. Retirar los residuos tóxicos y ácidos que se producen como resultado del metabolismo de dichos nutrientes.
Estos residuos tóxicos son evacuados del cuerpo a través de sus vías naturales (riñones, intestinos, piel y pulmones). Es imprescindible mantener limpios esos “filtros” naturales. Si no los cuidamos y empiezan a obstruirse, terminan surgiendo problemas.
Cuando un filtro no está limpio y no puede eliminar los desechos tóxicos, nuestro organismo comenzará una batalla para evitar que dichos residuos vayan a parar al torrente sanguíneo y varíen el pH de la sangre. Lo primero que hace el cuerpo para tratar de paliar este desequilibro es sacar calcio de los huesos e inyectarlo en la sangre para neutralizar el pH. Si esta reacción ocurriese de vez en cuando, no supondría un problema, ya que el cuerpo está preparado para ello, pero si se convierte en algo habitual, terminará por provocar graves problemas de salud, como la descalcificación ósea y la osteoporosis.
Podemos llegar a sufrir una afección llamada acidosis cuyos síntomas más comunes son afecciones cardiovasculares, aumento de peso, obesidad y diabetes, exceso de carga en los riñones y formación de cálculos, desgaste y pérdida de masa muscular, inmunodeficiencias, desequilibrios hormonales, envejecimiento prematuro, osteoporosis, dolor de articulaciones, dolor muscular y gota o falta de energía y fatiga crónica, entre otras.
La alimentación juega un papel clave para evitar que nuestro organismo se vuelva demasiado ácido. Hay alimentos que jugarán en nuestra contra y otros que contribuirán a que nuestro cuerpo se mantenga en un estado más alcalino.
Son acidificantes aquellos alimentos ricos en grasas saturadas, azúcares y harinas refinadas y proteínas. Los alimentos de origen animal, como las carnes o lácteos y los productos procesados e industrializados son ácidos.
Son alimentos alcalinizantes los que contienen dosis altas de calcio, magnesio, sodio y potasio, como la mayoría de frutas y verduras. Nuestros mejores aliados alcalinos para mantener el equilibrio de la sangre son zumos y batidos verdes, los germinados, algunas semillas, los vegetales y sobre todo los de hoja verde.
Mantener un cuerpo alcalino es sencillo, solo hay que decantarse por vegetales (sobre todo en crudo), beber agua alcalina, hacer deporte y tratar de llevar una vida tranquila y relajada. Cada pensamiento, cada actitud y cada gesto cuentan.