El yoga no tiene edad. Desde los 3 o 4 años, los niños pueden iniciarse en esta actividad. Aunque a los padres les parezca imposible que sus hijos se mantengan quietos, callados y concentrados practicando esta disciplina, todo es cuestión de paciencia y motivación. Los resultados son inmensos.
Las ventajas del yoga se manifiestan en el plano físico, en el mental y en el emocional. Pero no solo los adultos se pueden beneficiar de esta práctica. Cualquier edad es buena para encontrar el equilibrio entre cuerpo y mente, uno de los principales objetivos del yoga, pero además, el infantil tiene múltiples beneficios para los niños.
El yoga incide positivamente en la salud física y mental. A través de él, los niños aprenden a desarrollar la coordinación y a mantener su flexibilidad. Es una manera de ser consciente de su propio cuerpo y de aprender a controlar su respiración. La práctica regular del yoga mejora los hábitos posturales de la columna vertebral, desarrolla la destreza de los músculos motores y estimula la circulación.
En el plano psicológico, también son muchos los beneficios. Al tener que centrarse en un único objetivo, esta disciplina milenaria ayuda a mejorar la atención, la concentración y la memoria de los pequeños. Gracias al yoga, nuestros hijos crecerán como adultos capaces de regular sus niveles de estrés ya que su práctica permite a los niños relajarse para hacer frente a las situaciones conflictivas con serenidad. Además, el yoga en los niños hace que su confianza y autoestima aumenten. Los pequeños aprenden a través de la práctica de los ejercicios y la respiración una nueva dimensión del lenguaje corporal que les permite desarrollar de manera creativa todo su potencial y su imaginación.