Una buena selección de lo que vamos a llevar puesto a la hora de practicar cualquier deporte es importante, pero si lo tuyo es el running, hay una prenda en la que deberías poner especial atención: las zapatillas. Invertir en un calzado que se adapte a nuestra forma de correr es básico si queremos conseguir los mejores resultados.
Correr es un deporte de alto impacto. Ese impacto repetido sobre las piernas puede acabar en lesión si nuestros pies no están bien amortiguados. Las zapatillas son el intermediario entre el nosotros y el suelo, de ahí la importancia que tiene invertir en un buen calzado. No vale ponerse cualquier zapatilla vieja que tengamos por casa de cuando jugábamos al tenis o practicábamos aerobic en el gimnasio. La mecánica del pie a la hora de practicar el ejercicio es diferente en cada deporte. Las zapatillas más adecuadas para correr son, lógicamente, las zapatillas específicas de running.
Si salimos a correr ocasionalmente (dos o tres veces por semana), no es necesario gastarse demasiado. En la actualidad hay buenas opciones en el mercado por algo más de 50 euros. A la hora de elegirlas, si no sabemos en qué fijarnos, deberíamos acudir a una tienda especializada para que nos aconsejen. Otro punto a tener en cuenta es la duración del calzado. Las zapatillas duran en su estado óptimo menos tiempo del que pensamos. La vida media de unas zapatillas de running se calcula entre los 700 y los 1.200 km, aunque en los primeros 600, la mayoría han perdido bastante amortiguación. Las zapatillas se estropean por el uso, pero también por no utilizarlas. Si las tenemos guardadas dos años en el armario, pueden perder flexibilidad.
Si cuidamos las zapatillas, alargaremos su vida útil. Muchos fabricantes recomiendan no lavarlas en la lavadora y secarlas bien después de utilizarlas si ha llovido o tienen restos de sudor. Para que se aireen, es mejor no dejarlas al sol ni cerca de un radiador porque podrían cuartearse. Debemos prestar atención si la suela empieza a estar desgastada, sobre todo en la zona del talón, porque podría ocasionar un desequilibrio que favorezca una tendinitis. Por último, es recomendable utilizar siempre calcetines, aunque sea verano. Si no, el pie suda y pueden aparecer ampollas o rozaduras.