Hacer ejercicio al aire libre no se puede comparar con ningún deporte que practiquemos entre cuatro paredes. Con el buen tiempo, apetece alejarse de las frías luces de los recintos cerrados y adentrarse en los parques, las playas, los paseos o la montaña. La primavera es la mejor época para hacerlo. Acabamos de dejar atrás los rigores del invierno y todavía no hay que soportar las altas temperaturas del verano.
Según un estudio de la Universidad de Essex (Reino Unido), practicar ejercicio al aire libre, sea cual sea la actividad que realicemos, produce un aumento de la autoestima y mejora el ánimo. A los incuestionables beneficios de hacer deporte, se le suma el impacto positivo de respirar aire puro y estar rodeado de naturaleza. Algo que, por mucho que nos empeñemos, nunca conseguirá una bicicleta estática. Otros estudios relacionan el deporte al aire libre con una mayor sensación de energía.
El ejercicio en exteriores suele conllevar un mayor gasto energético debido a los cambios en el terreno y a factores externos como el viento o la lluvia. Además, está al alcance de cualquiera. Calzarse las zapatillas para empezar a correr o practicar senderismo es gratis. Solo hacen falta ganas. A todo esto se añade que la mayoría de los deportes que se realizan al aire libre pueden practicarse en grupo. Montar en bicicleta junto a los amigos, quedar para jugar al fútbol, unirse a un partido de voleibol en la playa o practicar golf es mucho más agradable que hacer pesas o correr en la cinta.
Por si no fuera suficiente, está comprobado que biomecánicamente es mejor correr o andar en circuitos naturales, ya que hacemos trabajar más los músculos al encontrarnos con desniveles, obstáculos y cambios de ritmo. Solo un par de consejos antes de practicar cualquier ejercicio, hay que protegerse del sol con una buena crema solar e hidratarse bien mientras realizamos la actividad física.