El desayuno es la comida más importante del día. Esta frase que hemos escuchado hasta la saciedad adquiere mucho más sentido si es un niño el destinatario. Los pequeños necesitan la dosis de energía suficiente para afrontar la jornada. Además, un desayuno saludable es importante para el crecimiento y el desarrollo de los menores. ¿En qué consiste el desayuno perfecto?
Según los expertos, el desayuno debe proporcionar entre el 20% y el 35% del total de las necesidades de energía diaria. Los nutricionistas aconsejan que un desayuno idóneo para los niños debería contener lácteos (leche, yogur, queso, cuajada…), hidratos de carbono (cereales, pan…) y fruta (fresca, en zumo o en compota). Si además le añadimos algo de proteína como pavo o pechuga de pollo y grasas saludables, como las que se encuentran en el aceite de oliva o en los frutos secos, le estaremos proporcionando un desayuno completo que cargará sus pilas y reactivará las funciones cerebrales después de una noche sin ingerir nutrientes.
A pesar de la importancia del desayuno, son muchos niños y adolescentes los que se lo saltan, en ocasiones, simplemente por falta de tiempo. Si los niños no se acostumbran a empezar el día desayunando, se puede producir un desequilibrio nutricional que se suele suplir con alimentos poco saludables donde abundan las grasas y los azúcares, propiciando de esta forma enfermedades como la obesidad infantil. Además, no desayunar a menudo provoca cansancio y falta de concentración lo que se traduce en un menor rendimiento escolar.
Para que esto no ocurra, deberíamos despertar al niño con tiempo para que pueda desayunar sin prisas. Planificar el desayuno la noche anterior y dejar preparados los utensilios también nos ayudará a organizar mejor esta primera comida. La presentación de los alimentos también es importante, especialmente para los niños. Si el desayuno, además, se hace en familia, se convertirá en uno de los mejores momentos del día para todos.