A medida que los niños crecen adquieren nuevas responsabilidades y obligaciones que forman parte de su vida diaria. Estas responsabilidades les ayudan a crecer como personas, por ello, fomentar su autonomía les permitirá ganar confianza en sí mismos y ser más independientes.
La importancia de la autonomía en el aprendizaje
La autonomía es la capacidad para realizar ciertas actividades sin depender de otra persona, es decir, usar las propias habilidades y valor personal para resolver problemas concretos de nuestro día a día. Potenciar esta característica en los niños les ayuda a ganar confianza en sí mismos, a ser más independientes y a mejorar su autoestima personal y sus habilidades sociales.
Los padres deben ser conscientes de que la adquisición de nuevas habilidades y conocimientos requerirá de nuevos retos que se adapten a las capacidades del niño. Algunos padres pecan de sobreprotectores y, al final, esta actitud se convierte en una lacra para el aprendizaje.
La mejor forma en que podemos ayudar a nuestros hijos es proponiéndoles pequeñas tareas que puedan ejecutar por ellos mismos. Por ejemplo, recoger los juguetes, tomar las comidas, vestirse o el cuidado y la higiene personal. Es normal que al principio cometan errores o se manchen, pero no deberemos intervenir salvo que verdaderamente necesiten ayuda.
Posteriormente a medida que crezcan será indispensable guiarlos durante el estudio. Anímalos a estudiar ellos solos, pero no te desentiendas completamente. Permite que piensen, que busquen soluciones a sus problemas, ayúdalos a buscar la respuesta, pero no se la des directamente.
Solo a través de la confianza que ganan en sí mismos mediante la ejecución de estas pequeñas tareas y logros, los niños consiguen desarrollarse de forma apropiada. Como padres deberemos supervisar en todo momento su aprendizaje, pero potenciando siempre que sea posible la autonomía del pequeño. A la larga, es la mejor forma de ayudarlos a crecer.